
El juicio a Jair Bolsonaro entra en su etapa final este martes en Brasil con dos grandes protagonistas: el propio expresidente, acusado de tramar un golpe de Estado, y el poderoso magistrado que lidera la causa, Alexandre de Moraes.
Este juez del Supremo Tribunal brasileño ha conducido con un empeño llamativo el proceso que tiene en el banquillo a Bolsonaro y a siete excolaboradores cercanos de este en el gobierno (2019-2022).
Moraes ha recibido presiones incluso del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien sostuvo que hay una «caza de brujas» en el proceso contra su aliado Bolsonaro.
Washington sancionó al magistrado mediante la Ley Global Magnitsky, creada para castigar a extranjeros acusados de graves violaciones de derechos humanos o corrupción, pero quienes conocen a Moraes descartan que estas medidas puedan intimidarlo.
A sus 56 años y aficionado al arte marcial muay thai, este juez parece habituado desde hace tiempo a sobrellevar controversias, presiones y causas de alto voltaje.
Moraes, además de ser magistrado, su polémica entrada a la escena nacional brasileña ocurrió en 2016, cuando la presidenta izquierdista Dilma Rousseff fue destituida en un juicio político y sustituida por el vicepresidente Michel Temer, quien designó a Moraes su ministro de Justicia.
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