
El martes al mediodía, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, publicó en su cuenta personal de X un críptico mensaje. Sólo tres caracteres: un poco de aire, el signo de igual, y un fuego. La lectura obvia es que, cuando se ve humo, es que hay fuego. Y en toda América no quedaron dudas de que se trataba de un recado muy directo a Caracas: el ataque lanzado por el ejército de Estados Unidos contra lo que catalogó como una narcolancha cargada de drogas hacia su país en el que murieron «11 terroristas en aguas internacionales». Un aviso a Nicolás Maduro, quien responsabiliza a Rubio de lo que está ocurriendo, y días antes había ironizado sobre el mayor despliegue naval desde la invasión de Panamá a finales de los años 80.
Por Pablo R. Suanzes | EL MUNDO
Sólo unos días antes, Diosdado Cabello, mano derecha de Maduro desde hace muchos años, había calificado el dispositivo militar estadounidense como un chiste, diciendo que no se lo tomaban en serio. «Ninguna amenaza del imperialismo la tomamos a juego, muy serio; lo que sí es una mamadera de gallo es la vendedera de humo», afirmó en Con el Mazo Dando, su programa de la televisión pública. «Vinieron los engañadores de oficio y engañaron a su propia gente», insistió, instando a los «vendedores de humo» a ser «serios», ya que «termina agosto» y sus amenazas no se habían materializado. Empezó septiembre, y llegó el primer misil desde un dron.
Rubio, nacido en Miami hace 54 años de cubanos que salieron de la isla en la época de Batista, fue senador entre 2011 y este año, cuando Donald Trump lo escogió para liderar la política exterior. Conservador y halcón especialmente implicado en los asuntos de América Latina, Rubio fue rival de su hoy jefe en las primarias presidenciales de 2016. Un fuerte crítico durante años, pero un fiel seguidor ahora mismo. Tras unos inicios dubitativos ha logrado consolidarse en el entorno del presidente y su voz se escucha, especialmente en los temas que mejor conoce. Si bien para las grandes cuestiones -de Rusia y Ucrania a Oriente Próximo-, el presidente delega en enviados especiales y no en el jefe formal de la diplomacia.
El político hispano, que desde el Senado fue uno de los arquitectos del régimen de sanciones a Venezuela, lideró los esfuerzos para que el nuevo Gobierno revocara las medidas de última hora de Joe Biden para suavizar la presión sobre Cuba, en medio de una negociación para liberar a cientos de presos políticos. Y es uno de los artífices del giro político de mano dura hacia Caracas, que ha llevado a Estados Unidos a desplazar miles de soldados y navíos a la región y a poner precio, hasta 50 millones de dólares, por pistas que ayuden a la detención de Maduro, al que la Casa Blanca califica de líder del Cártel de los Soles.
El régimen bolivariano es muy consciente de ello, y por eso ataca cada día a Rubio, mucho más que a Trump.
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