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domingo 10 de agosto 2025
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Julio Castellanos: Reflexiones sobre la seguridad en Tocuyito 

Desde hace unos años, Tocuyito ha pasado de contar con solo algunos efectivos policiales (específicamente de la Policía de Carabobo) a contar con su propia policía municipal y luego sumar la presencia de otros cuerpos con sus respectivas sedes: la Policía Nacional y el CICPC. Eso, sin duda, ya nos hizo superar el estándar mínimo internacional de un policía por cada mil habitantes y, pues, eso es una buena noticia. 

No obstante, por distintas razones, las estadísticas sobre la criminalidad siguen siendo un secreto. Sin ellas, no podemos juzgar si hay más o menos robos, hurtos, estafas, extorsiones y homicidios. Es algo parecido a la salud de una persona ya que, para saber si el paciente está bien o mal, el médico mide la temperatura, pide un exámen de sangre, una placa de rayos X o una ecografía, con todo eso, el profesional de la salud puede dar un diagnóstico. ¿Cómo podríamos diagnosticar la seguridad en Tocuyito sin estadísticas?. 

Además de la falta de datos, también tenemos la persistencia de técnicas de acción pública cuya efectividad es discutible. Por ejemplo, las alcabalas, ¿Podemos afirmar que las alcabalas reducen la ocurrencia de delitos? Pongamos un caso práctico, hacer motopiruetas en la vía pública es contrario a la legislación vial vigente, ¿Se reducen las motopiruetas por tener un número mayor de alcabalas exigiendo los papeles a todos los motorizados? ¿Se reduce la conducción a alta velocidad o el número de accidentes?. Quizá haya más buena intención y persistencia de costumbres arcaicas que efectividad. 

Hay otras prácticas que pueden ser más útiles desde la perspectiva de la seguridad, entre ellas: la denuncia ciudadana. Si denunciar fuese un proceso sencillo, seguro y confiable, podría permitir a los cuerpos policiales, cualquiera que sea, construir un mapa del delito bajo criterios como la geolocalización. Eso sería un soporte clave para la investigación y proporcionaría elementos de juicio fundamentales a la fiscalía. Un delincuente no comete su crimen una sola vez en su vida, lo hace frecuentemente, de una manera determinada, en ciertos lugares, con un perfil específico de víctimas. Las estadísticas, mejor si son públicas, sumada a construir activamente la confianza de los ciudadanos para ejecutar la oportuna denuncia, puede ser mil veces más útil que poner una alcabala cada dos cuadras con distintos cuerpos policiales.

Hay otro aspecto fundamental, un policía mal pagado no es un buen policía. Además, su bienestar socioeconómico no solo está asociado a recibir un sueldo justo, también debe acceder a una vivienda digna, a un seguro médico adecuado para él y su familia y oportunidades de estudio y superación para sus hijos. Si la sociedad quiere un policía que la proteja del crimen, la sociedad debe proteger económicamente al funcionario honesto y efectivo. 

Julio Castellanos / jcclozada@gmail.com / @rockypolitica

 

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