Este indeseable narcorégimen que oprime a mi país, se siente tan sobrado, que jamás ha considerado que su suerte puede cambiar de la noche a la mañana, sobre todo cuando se profundiza la investigación y se descubren las conexiones turbias entre los que están en el poder y el crímen organizado. A veces nos desesperamos por la lentitud en la acción hacia la salida de esta plaga, pero no han sido en vano las declaraciones y testificaciones de sus cómplices que han sido detenidos o de algunos otros que se han entregado a las autoridades internacionales, cada vez más las piezas de este rompecabezas maligno están encajando y todas coinciden señalando a los cabecillas de esta lamentable planificación de la destrucción de un país para beneficiarse solo ellos, ideada desde la mente desquiciada y ambiciosa de los parásitos del Caribe, los Castro Ruz, ejecutada por el traidor mayor, hoy felizmente difunto y perpetuada por sus lacayos herederos quienes la han perfeccionado logrando aliarse a todo el terrorismo Internacional entregando nuestras riquezas a cambio de protección . Mientras tanto, el resto del mundo está pendiente de lo que pasa, y las decisiones que se toman, es como si estuviéramos en una cuenta regresiva hacia un desenlace que puede cambiarlo todo.
Hace apenas diez días, el Departamento de Estado de los Estados Unidos informó algo que muchos venezolanos sabíamos pero que ahora tiene el peso de una declaración oficial: el llamado Cártel de los Soles, una estructura criminal vinculada directamente con las más altas esferas del poder en Venezuela, colabora activamente con organizaciones criminales transnacionales como el Cártel de Sinaloa (México) y el Tren de Aragua (Venezuela). Ambas han sido recientemente catalogadas como organizaciones terroristas por Washington.
La gravedad de esta designación no puede ser subestimada. Por primera vez, el gobierno estadounidense ha etiquetado a un entramado criminal dirigido desde el Palacio de Miraflores como organización terrorista. Y eso cambia por completo las reglas del juego. Esta clasificación no es simbólica: abre la puerta para que las agencias de inteligencia y operaciones especiales de EE. UU. actúen extraterritorialmente contra quienes sean considerados responsables, estén donde estén. Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino López ya no son solo figuras del chavismo; son objetivos señalados en una lista que autoriza acciones quirúrgicas, incluso letales, si fuese necesario: o sea, ya tienen licencia para matarlos con ese estatus en cualquier parte del mundo como sucedió con Osama bin Laden, Qasem Soleimani ex ministro de la defensa Iraní.
La administración del presidente Donald Trump quien regresó a la Casa Blanca tras su victoria electoral, ha dejado claro que no permitirá que el régimen de Maduro siga exportando crimen, drogas y violencia a suelo estadounidense. En apenas siete meses de gobierno, ya se han producido acciones más contundentes que durante años completos de administraciones anteriores. Y aún faltan tres años y medio. Soy de los venezolanos que cree con mucho optimismo, que estos delincuentes no saldrán ilesos del juicio de la historia, ni del brazo largo de la justicia internacional.
Esta semana, la DEA (Administración de Control de Drogas de EE. UU.) reactivó la campaña de recompensas que ofrece hasta 25 millones de dólares por información que lleve a la captura de Nicolás Maduro y de sus principales operadores: Diosdado Cabello, considerado el número dos del chavismo y el general Vladimir Padrino López, figura clave en la permanencia del régimen gracias a su control militar.
Desde Escocia, durante una visita reciente, el presidente Trump fue aún más directo: acusó al régimen de Maduro de actuar de forma “cruel” y de seguir enviando drogas y migrantes irregulares hacia la frontera sur de los Estados Unidos. “Tenemos al régimen de Nicolás Maduro actuando de una manera muy desagradable. Están enviando y siguen enviando a nuestra frontera a personas que rechazamos. Venezuela sigue enviando drogas a nuestro país. Han sido muy crueles y no podemos permitir que eso suceda”, dijo el mandatario.
Pero no solo Trump ha sido enfático. El secretario de Estado, Marco Rubio, una de las voces más activas en la política estadounidense sobre Venezuela, reafirmó esta semana que Maduro no es el presidente legítimo del país y que su régimen carece de legalidad democrática. Estas palabras llegan en un momento clave, a un año de los comicios fraudulentos de 2024 y con un país en ruinas, sin Estado de derecho ni libertades políticas.
Todo esto no es poca cosa. No se trata de rumores, ni de declaraciones sueltas: estamos presenciando la consolidación de una narrativa y una política exterior que apunta a responsabilizar de forma directa y sin medias tintas, al régimen chavista por sus vínculos con el crimen organizado internacional y el terrorismo. Reflexionó desde la cárcel del exilio, los próximos meses serán claves, el mensaje de Estados Unidos parece claro: no se trata de si actuarán, sino de cuándo y cómo. Suceden además cosas repentinas y favorecedoras a nuestra causa como que la Sala de Apelaciones de la Corte Penal Internacional (CPI) ordenó este viernes pasado al fiscal Karim Khan que se aparte del caso sobre la situación de derechos humanos en Venezuela por posible conflicto de interés, en lo personal pienso que todo suma y aporta hacia un desenlace liberador para nuestra amada patria.
Tengo la firme convicción de que el final de esta historia se está acercando y que quienes hoy oprimen y saquean a Venezuela saldrán, más temprano que tarde, con los pies por delante. Hermanos venezolanos, el final está cerca. Confiemos en el proceso, el trabajo de todos cuenta, con constancia y sin perder el ánimo, vamos grano a grano, poco a poco con mucha fe acompaño esta cruzada atacandolos sin pausa, con MI PLUMA Y MI PALABRA.
José Gregorio Briceño Torrealba
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