Mientras Siria intenta consolidar una fragilísima unidad, Estados Unidos recalibra su posición. Veamos el enfoque de Turquía y el escenario para Israel. Iniciemos:
No existe una posición unificada en la administración Trump. Atención con esto. La postura de Marco Rubio exigiendo al gobierno de Al Sharaa que cese la masacre contra los drusos siguió con las declaraciones de Tom Barrack que es un tipo muy cercano a Qatar. Barrack insiste con el desarme de los grupos armados dentro de los drusos y en especial de los kurdos, algo que ve como contrario a la necesidad de unificación en esta nueva Siria. Este mensaje dual que emanó la administración Trump fue, claro, malinterpretado por Siria. Ahmed Al Sharaa estaba convencido de que podría masacrar a los drusos sin reacción por parte de los Estados Unidos y que, ante dicha luz verde, se enfrentaría a lo sumo a una tibia respuesta de Israel; todo lo contrario. ¿A qué nos expone este estado de cosas en Siria?. El primer punto es que Estados Unidos no tiene un plan alternativo en Siria y hasta ahora coincide con la línea árabe de que Al Sharaa es lo mejor que tenían los rebeldes para poner en Damasco (imaginemos entonces lo que quedó detrás como parte de Al Qaeda o el Estado Islámico). El segundo punto es que detrás de Al Sharaa no hay tampoco una alternativa a su liderazgo. Sería una terrible señal que sus facciones estén cobrando “vida propia” dentro de su gobierno y que el propio Al Sharaa termine muerto o depuesto iniciando otra réplica de guerra civil.
Un ultimátum a los kurdos: El mismo desarrollo parecen correr los kurdos (las Fuerzas Democráticas Sirias) que desde el noreste colaboraron en la contención del Estado Islámico durante la década pasada y codo a codo con Estados Unidos. Hoy el panorama cambió. No olvidemos que en marzo de este año las fuerzas kurdas del noreste del país llegaron a un acuerdo para integrarse al gobierno de Al Sharaa donde los kurdos canjearon derechos civiles y políticos, vetados en la época de Al-Assad, por ceder el control del territorio. La crisis en Sweida reactivó la desconfianza en los kurdos y las próximas rondas de negociación que se celebrarán en Francia apuntan a terminar de “definir” los asuntos pendientes. Queda claro que los asuntos políticos y territoriales en Medio Oriente se resuelven así. Esto colisiona con la intención de Estados Unidos y Turquía de “desarmar” la zona de Rojava y que los grupos armados kurdos pasen a integrarse en el ejército unificado. Insisto, en Siria hoy vemos la intención principalmente externa de unir algo que parece imposible de unir.
Los enfoques desde Turquía: El caso de Ankara es muy importante ya que hablamos de un país miembro de la OTAN, con un fundamental peso estratégico en el Bósforo y con una ambición político-islamista ampliando redes con los Hermanos Musulmanes como Hamás. Mientras intenta ganar influencia en el Mediterráneo Oriental (zona donde también busca protagonismo la India, atención con esto que lo venimos resaltando) a través del trazado de fronteras de agua con Libia. Esto impacta también en el tema energético y de gas natural. Ankara necesita doblegar a los kurdos en Siria y desmilitarizarlos a través de una inclusión en el nuevo gobierno de Al Sharaa lo que entiende como una protección necesaria para terminar de evaporar la influencia iraní en este territorio. El paso siguiente será, sin dudas, Irak. Turquía no tiene forma de doblegar militarmente a Israel, pero la sociedad con Qatar debe encender más de una alarma en Jerusalén. Cuidado con eso. Diplomática, política y económicamente Turquía está jugando bajo otras reglas y con distintos actores.
Los escenarios para Jerusalén: Israel no abandonará a los drusos, por razones humanas y estratégicas, y ya planteó una línea roja para retomar los ataques contra el régimen de Al Sharaa. Atención porque esto NO es excluyente con el acercamiento entre ambos. Lo que empezó con una idea exagerada de incluir a Siria a los Acuerdos de Paz es en realidad dirigir a ambos países a una, en principio, tibia normalización que les permita salir del estado de guerra imperante desde 1948 y colaborar en temas estratégicos y de seguridad. No olvidemos que del lado de Israel, Siria sigue siendo el fundamental camino a bloquear para que Hezbollah en el Líbano no recobre su capacidad armamentista y que Irán gane posiciones en la región. Un colapso del nuevo gobierno en Damasco solo favorecería a Irán.
Cierro. Lo que sucede en Siria como parte de la “ampliación” de Turquía se traduce también en escenarios más amplios como el Mediterráneo donde Chipre y Grecia (de nula capacidad de lobby en Washington) también juegan y la India reclama mayor lugar.
@J__Benavides