sábado 30 de agosto 2025
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el militarismo y la errada política militarEnrique Prieto Silva: El dislate unión cívico-militarOpinión

Enrique Prieto Silva: El dislate unión cívico-militar, el militarismo y la errada política militar

En las entregas anteriores, para exponer el tema de  la necesidad de una educación para la paz en Venezuela, igual que hacemos hoy, nos fundamentamos en la actual critica realidad sociopolítica que vive nuestro país, donde se enfrentan graves problemas económicos, sociales y políticos; y donde la población ha perdido el liderazgo, y malamente ha encontrado como solución política el enfrentamiento de todos contra todos, lo que ha generado una  controversia, que dejó los parámetros políticos, para convertirse en una guerra; que ha consolidado un clima exacerbado de angustia y temor que requiere una comprensión compleja, tanto, como que no hay otra salida distinta a buscar la paz. Con estas conclusiones, hemos referido, que el problema de los enfrentamientos es la mayor preocupación actual de Venezuela, que como hemos dicho, surgen por el interés de grupos de personas o de gobiernos de naciones o Estados, con el interés por apropiarse del poder o de la supremacía gubernamental, del mando o de la preponderancia, circunstancias que hay que afrontar con claros criterios pacifistas, cegando el morbo bélico que ha surgido como consecuencia de la impertinencia política que hay que corregir. Sin dudas, como hemos dicho, debemos actuar conforme a lo ético en la política que no es otra, que analizar los hechos para encontrar soluciones que eviten la confrontación belicosa o agresiva. Es así como surge la necesaria educación para la paz, dada la contradicción existente entre la motivación de la violencia, y como hemos dicho: “el venezolano es amante de la paz”.

 En esta entrega, nos proponemos identificar dentro de las perversiones que deben atacarse, las relativas a: “el dislate unión cívico-militar, el militarismo y la errada política militar”; advirtiendo, que este análisis imbricado en la materia militar lo hacemos fundamentado en nuestra experiencia formativa y educativa en el seno de esta institución, donde ejercimos los más altos cargos de comando, de asesoría y docente, tanto a nivel institucional, como en las ramas legislativa, de la administración pública y judicial, no solo en el ejercicio, sino con mayor relevancia en la creación bibliográfica sobre todos los temas integrantes de la materia militar. 

Con esta fundamentación abordamos el tema relacionado con el denominado movimiento cívico-militar, el que consideramos un disfraz del militarismo, que como acción política ha sido sempiterno en Venezuela, y a pesar de todos los esfuerzos que se hacen, casi todos los líderes políticos visualizan el movimiento militar como un factor importante en su politicismo. Craso error, por cuanto pensar en un movimiento cívico-militar es marginar la norma constitucional, que prohíbe la participación política a los militares activos. En este sentido, debemos entender, que el movimiento cívico-militar es un factor al cual se le ha dado relevancia, a pesar de haberse distorsionado el sentido de esta relación, que siendo un concepto estudiado militarmente como factor del teatro de operación, se le ha mantenido como una relación política distorsionada, y a la que se le considera como una relación entre dos parcialidades, que siendo sociales, solo deben existir en situaciones de emergencia nacional, cuando se origina una actuación de las fuerzas armadas en un conflicto bélico, Esto ocurrió en los gobiernos democráticos del pasado reciente, cuando surgieron los grupos bélicos paramilitares o de insurgencia militare, que prácticamente obligaron al uso del poder y de la justicia militar. No obstante, pensamos, que el concepto ha sido confundido y así vemos que en Venezuela, con un símil de una educación para la paz, se creó y puso en funcionamiento la llamada “educación premilitar” para cumplir con el precepto de “preparar a los venezolanos para la seguridad y la defensa nacional”, por cuanto es obligación de los venezolanos para la defensa nacional, no solo el servicio militar, sino que conforme al artículo 134 de la Constitución: “Toda persona, de conformidad con la ley, tiene el deber de prestar los servicios civil o militar necesarios para la defensa, preservación y desarrollo del país, o para hacer frente a situaciones de calamidad pública…”, es decir, que la defensa, preservación y desarrollo del país y hacer frente a calamidades públicas, no solo se hace con el servicio militar, sino que existe también el servicio civil desarrollado en las normativas de seguridad nacional; todo dentro del fundamento establecido en el artículo 326 también de la Constitución, en el que se establece: “La seguridad de la Nación es competencia esencial y responsabilidad del Estado, fundamentada en el desarrollo integral de ésta y su defensa es responsabilidad de los venezolanos y venezolanas…”. 

El tema del militarismo en Venezuela lo hemos tratado anteriormente y hemos hecho referencia al hecho de que en 1999, cuando el pueblo “que nunca se equivoca”, impuso a un militar de mediana graduación como presidente de la Republica, y éste, creyendo que su mandato era supremo, desde su inicio impuso el poder militar acompañado básicamente con militares que lo acompañaron en su fracasado intento de golpe de 1992; desde entonces Venezuela vive un compendio perverso del militarismo, que desde siempre, ha afectado el convivir político, ese sinóptico militarismo que pervive desde el inicio de la República, después de su separación de la Gran Colombia. Militarismo, que por conveniencia política, fue necesario en la década de los 60´ del pasado siglo, cuando tuvimos la dolorosa incursión castro-comunista, apoyada por la insurgencia guerrillera en el país, y algunos de sus líderes integraron el comienzo del errático “Socialismo del Siglo XXI”. 

Es claro, que a pesar de la lucha iniciada en 1959 con la regulación de las fuerzas armadas constitucionalmente, con el gobierno “socialista” iniciado en 1998, nos hemos adaptado a este dislate cívico-militar contradictorio, que a pesar del deseo siempre de apartar a las fuerzas armadas de la política, fue el mismo TSJ quien haya avalado la violación constitucional al sentenciar en una amparo presentado en 2014 contra la constante participación de militares activos en actividades proselitistas, esto era aceptado como una simple ovación de los militares al presidente como muestra de respeto a su comandante en jefe. 

Bien es cierto, que en las cortas década de la lucha antiguerrillera del siglo pasado, fue fundamental la supremacía del derecho militar y las cortes militares, dada la necesidad jurídica del momento, pero su mantenimiento hoy día, contraviene la interpretación positivista que se quiere hacer para mantener la separación de las FAN y los militares activos que la integran, del ejercicio de la función política y pública, como lo establece la Constitución, sinembargo, debemos clarificar, que la acción subversiva es una acción calificada de delito militar. 

En cuanto a la política militar, tenemos que reconocer el gran desfase conceptual que se ha generado desde que la Constitución incluyó (para nosotros erróneamente), el tema o concepto político, referido generalmente con la conceptualización de la participación del militar activo en el debate partidista o politiquero, ya que es imposible eludir la necesidad que se tiene de concebir o establecer políticas orientadoras para el manejo tanto del cumplimiento de la función institucional de la organización militar, así como la regulación del ejercicio de los derechos políticos por parte de los militares activos. Tampoco podemos dejar de reconocer, que ha existido un mar de confusiones al interpretar el concepto de política, referido a la política como orientación del ejercicio funcional institucional, con la restricción de la participación de los militares activos en el ejercicio de los derechos políticos ciudadanos. 

Posteriormente enfocaremos el militarismo y la política militar, para tratar otros temas conclusivos derivados: ¡No existe justicia militar solo para militares! ¡No existen jueces naturales para civiles y jueces naturales para militares! ¡No deben confundirse los delitos cometidos por militares con los delitos de naturaleza militar! ¡No debe confundirse al militar en la política con la política militar!

@Enriqueprietos

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