
La Armada de Estados Unidos ha desplegado tres destructores de misiles guiados de la clase Arleigh Burke –el USS Gravely (DDG-107), el USS Jason Dunham (DDG-109) y el USS Sampson (DDG-102)– en el sur del mar Caribe, cerca de las costas de Venezuela, como parte de una operación a gran escala para combatir el narcotráfico en la región.
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Esta misión, que involucra a aproximadamente 4,000 marineros e infantes de marina, refuerza la presencia militar estadounidense en un área estratégica y responde a la creciente actividad de los cárteles latinoamericanos en rutas marítimas clave.
Características de los destructores
Los tres buques, pertenecientes a la avanzada clase Arleigh Burke, son considerados entre los destructores más avanzados del mundo. Equipados con el sistema de combate Aegis, integran radares AN/SPY-1D (o AN/SPY-6 en modelos recientes) capaces de rastrear y neutralizar amenazas aéreas, de superficie y submarinas simultáneamente. Su armamento incluye:
*Sistema de Lanzamiento Vertical (VLS) Mark 41, con capacidad para misiles de crucero Tomahawk (ataque terrestre), misiles antiaéreos Standard (SM-2, SM-3, SM-6) y misiles antisubmarinos ASROC.
*Un cañón naval Mark 45 de 5 pulgadas para ataques de superficie.
*Misiles antibuque Harpoon y sistemas de defensa cercana Phalanx CIWS para protección contra misiles y amenazas próximas.
*Torpedos y helicópteros antisubmarinos SH-60 Seahawk, esenciales para la guerra submarina.
Con una eslora de aproximadamente 154 metros y un desplazamiento de hasta 9,700 toneladas, estos destructores alcanzan velocidades superiores a 30 nudos gracias a sus cuatro turbinas de gas General Electric LM2500-30. Su diseño incorpora tecnologías de sigilo, como superficies anguladas y mástiles inclinados, para reducir su detección por radar, además de cascos reforzados con kevlar para proteger áreas vitales. Cada buque alberga una tripulación de unos 300 marineros e infantes de marina.
Misión en el Caribe
El despliegue en el Caribe tiene como objetivo principal interceptar rutas de narcotráfico operadas por cárteles, en una operación que incluye aviones de vigilancia P-8 Poseidon y al menos un submarino de ataque. Los destructores, que operan en coordinación con la Guardia Costera de EE.UU., están equipados para realizar misiones de interdicción marítima, aprovechando su capacidad para operar de forma independiente o en grupos de acción de superficie. Este operativo, que se extenderá por varios meses, también busca reforzar la seguridad marítima en una región marcada por tensiones geopolíticas.
El USS Gravely, nombrado en honor al vicealmirante Samuel L. Gravely Jr., ha participado previamente en misiones antidrogas en el Golfo de México en 2025 y en operaciones en el Mar Rojo contra ataques hutíes en 2023-2024. Por su parte, el USS Jason Dunham, en honor al cabo Jason L. Dunham, héroe de la Guerra de Irak, opera desde la Estación Naval de Mayport, Florida, y destaca por su versatilidad en misiones multimisión. El USS Sampson, nombrado por el contraalmirante William T. Sampson, tiene experiencia en operaciones de escolta y ejercicios conjuntos con aliados.
Contexto y tensiones
Aunque la misión se centra oficialmente en el combate al narcotráfico, el despliegue cerca de Venezuela ha generado tensiones con el régimen de Nicolás Maduro, que ha respondido movilizando milicias y denunciando una supuesta amenaza imperialista. La operación coincide con el aumento de la recompensa por Maduro a 50 millones de dólares, lo que añade un trasfondo político al despliegue.
Capacidades multimisión
Más allá del narcotráfico, los destructores están preparados para misiones de defensa antiaérea, guerra antisubmarina, ataque terrestre y escolta de buques comerciales o portaaviones. Su historial incluye operaciones humanitarias, como el rescate de migrantes en el Mediterráneo por parte del USS Gravely en 2013, y ejercicios navales con aliados, como los realizados en el Mar Báltico en 2022.
La presencia de estos buques en el Caribe no solo refuerza la lucha contra el crimen organizado, sino que también proyecta el poder naval de EEUU en una región estratégica, en un momento de alta sensibilidad geopolítica.