
Han pasado más de ocho años desde que Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como El Chapo, fue extraditado a Estados Unidos, donde permanece bajo el régimen más estricto de la prisión federal ADX Florence, en Colorado.
Por infobae.com
El deterioro progresivo de su salud, la ausencia de luz solar y la restricción casi absoluta de contactos familiares han llevado a su nuevo equipo legal a iniciar otro esfuerzo para suavizar las condiciones de su encierro, en un momento crucial en el que otros capos de la droga, como su exsocio Ismael “El Mayo” Zambada, o su hijo, Ovidio Guzmán López, se encuentran negociando con el gobierno estadounidense.
Guzmán Loera, de 68 años, enfrenta un régimen extremo bajo las Medidas Administrativas Especiales (SAMs), programa con el que el sistema penitenciario estadounidense limita y vigila estrictamente la comunicación de ciertos internos considerados especialmente peligrosos.
La abogada Mariel Colón, en entrevista con el periodista Ángel Hernández de Milenio, ha revelado que la defensa de El Chapo basa su solicitud en dos argumentos principales: el deterioro físico y mental causado por la reclusión sin contacto humano ni exposición a la luz natural, y el hecho de que los supuestos riesgos de fuga, que motivaron tal aislamiento, se han reducido casi por completo.
En una carta entregada a las autoridades penitenciarias, mostrada por el medio antes citado, El Chapo señala que la única actividad que realiza es cuando lo sacan a recreación tres días a las semana, tres horas: “Pero a donde me sacan no pega el sol porque las paredes están muy altas”.
Según lo narrado por Hernández, en el nuevo intento de suavizar la reclusión del cofundador del Cártel de Sinaloa la defensa busca argumentar que su antiguo socio e hijos ya se encuentran detenidos en EEUU, lo que disminuye el riesgo de fuga argumentado por las autoridades para mantenerlo en reclusión extrema.
Cabe apuntar que las condiciones de reclusión en ADX Florence —considerada la prisión más segura de Estados Unidos— han sido descritas como “inhumanas” por diversas organizaciones de derechos humanos.
Cada celda, de menos de cuatro metros cuadrados, está equipada con cámaras de vigilancia continua, muebles de concreto y aislamiento acústico. Los reclusos (algunos) solo pueden salir una hora al día a una jaula de metal, sin interacción alguna con otros presos.
Según se ha documentado, el encierro ha impactado de manera directa en la salud física y mental del antiguo narcotraficante. Documentos judiciales y peritajes forenses a los que Infobae ha tenido acceso demuestran que, desde el encierro federal en México, Guzmán ya presentaba síntomas como hipertensión, ansiedad, insomnio, alucinaciones auditivas, reducción cognitiva e incluso pérdida de memoria inmediata.
Estas afectaciones persistieron y se agravaron con el régimen estadounidense. Durante su estancia en ADX Florence, familiares han reportado empeoramiento del cuadro médico: calambres musculares, dolores de cabeza, presión arterial elevada, episodios depresivos y estrés constante.
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