
El empaquetador de fentanilo se movía con precisión mientras la luz de su linterna frontal proyectaba un resplandor intenso sobre el trabajo veloz de sus manos enguantadas.
Las chatarras sin cofre de vehículos viejos yacían desguazadas bajo un cielo completamente negro. El suelo estaba cubierto de gatos hidráulicos, bobinas y trapos grasientos.
El hombre roció seis paquetes envueltos en aluminio con un líquido que olía a cloro, un compuesto que, según dijo, ayudaría a que los perros rastreadores no detectaran el fentanilo. Debajo del papel de aluminio, la droga mortal estaba envuelta en papel carbón para intentar evitar los métodos básicos de detección por rayos X, dijo.
El hombre de 58 años, mecánico de día y empaquetador de drogas de noche, llevaba más de 20 años trabajando para el Cártel de Sinaloa, reparando y cargando coches con cocaína, metanfetamina y ahora fentanilo.
Dijo que, en todo ese tiempo, su trabajo nunca había sido tan peligroso como ahora. “Ojalá que este sea mi último encargo”, dijo.
El cártel, que como una de las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas más formidables del mundo solía parecer inmune a sus rivales, se ha visto obligado a luchar por su supervivencia. El presidente Donald Trump ha prometido acabar con el tráfico de fentanilo y ha ordenado al Pentágono que comience a utilizar la fuerza militar contra ciertos cárteles que su gobierno considera que son organizaciones terroristas.

México, muy presionado por Trump, ha lanzado su propio combate agresivo, desplegando cientos de soldados para combatir al Cártel de Sinaloa, un grupo designado como terrorista por Estados Unidos. Mientras se encuentra bajo una intensa presión de ambos gobiernos, el cártel también se ha visto afectado por luchas internas.
Pero incluso en ese estado de debilidad, el cártel sigue adaptándose. Sus traficantes están realizando cargas más pequeñas, ideando métodos creativos y ajustándose en tiempo real a las amenazas cambiantes, lo que demuestra lo extraordinariamente difícil que sería para cualquier gobierno desmantelar una organización criminal tan arraigada.
Y, a pesar de la campaña en su contra, integrantes del cártel dijeron que no tenían intención de abandonar el negocio. La mayoría no mostró ningún remordimiento por el devastador saldo en Estados Unidos, donde el fentanilo ha generado una crisis de adicción y se ha convertido en una de las principales causas de muerte.
Esos integrantes dijeron que simplemente estaban manejando un negocio y argumentaron que si no satisfacían la demanda estadounidense, alguien más lo haría.
Este verano, The New York Times entrevistó a cinco operadores del cártel. Hablaron con The New York Times bajo condición de anonimato porque, de lo contrario, correrían el riesgo de ser detenidos u otros peligros. La reportería del Times incluyó documentar cómo se ocultaban los paquetes de fentanilo en coches en Culiacán, en el oeste de México, con el fin de mostrar con mayor detalle cómo se desarrolla el tráfico de fentanilo.
El posterior viaje del coche a Estados Unidos se reconstruyó a través de entrevistas con los cinco integrantes: el mecánico, un chofer, un miembro de alto rango del cártel y dos traficantes radicados en Arizona.
El mecánico fue contratado en esta ocasión para ocultar alrededor de seis kilogramos de fentanilo con destino a Estados Unidos. Tenía un valor de hasta 90.000 dólares, pero dijo que, en comparación con los últimos años, era una carga pequeña.
Había tallado un compartimento oculto detrás del panel de la puerta delantera izquierda del automóvil. Soldó un tubo de acero entre la carcasa exterior y el marco interior, creando un espacio falso donde se podían meter los paquetes. Lo diseñó cuidadosamente: si los agentes golpeaban, buscando contrabando oculto, sonaría hueco, como una puerta normal y vacía.
Los cárteles suelen utilizar coches de tamaño mediano, tipo Honda, Nissan o Toyota, ya que cuanto más normal es el vehículo, más probable es que pase desapercibido, dijo el mecánico. Nunca utiliza el mismo método de ocultación dos veces, dijo, sino que varía según el automóvil y la cantidad de contrabando.